miércoles, 22 de agosto de 2012

¿Qué es un Sound System?


El soundsystem es una de las corrientes del reggae que ha permitido a sus fanáticos comprender un aspecto más espiritual en el uso de la tecnología, acercando a través de ella los propósitos perdidos de una música mística, de la necesidad del sonido por llegar a nuestro cuerpo a través de todos los sentidos.

Una de las condiciones que son primordiales en algunas revoluciones “tecnológicas”, es justamente la ausencia de recursos para adaptarse a los nuevos tiempos en la necesidad de conseguir el propósito deseado. Muchos deben echar mano a diversas técnicas no convencionales para lograr el objetivo, a fines de los cincuenta, diversos músicos con conocimiento de electrónica dieron origen al soundsystem, un modelo de amplificación revolucionario hasta el día de hoy, el que nace de la precariedad de músicos cegados por la intención de invadir con reggae todos los espacios donde la comunidad exista.

El soundsystem es un sistema de sonido originado desde el ímpetu y la carencia jamaiquina, su coyuntura histórica contiene diversos factores que permiten el surgimiento de una tendencia que hoy encanta a melómanos ávidos de gravedad. Originalmente, el soundsystem comienza de la obra de diversos DJ’s quienes, premunidos de tornamesas de un plato, micrófono y parlantes, cargan sus camionetas con una fiesta itinerante que siempre culmina en ghettos transformados en carnavales de música local.
Técnicamente, el formato clásico de la canción popular se acomoda a las frecuencias de sonido standard del pop, pero el reggae necesita un bajo mucho más notorio que permita percibir la fuerza de sonidos de percusión y vibraciones que hacen del dub o el reggae un estilo más espiritual.

 Es por esta razón que el soundsystem se destaca por la inclusión de diversos amplificadores destinados a potenciar el sonido del bajo, algunas piezas emiten vibraciones menores a 60 Hz, lo que provoca más que un rasgo auditivo, que el sonido se transforme en algo inaudible pero sí perceptivo a través de la vibración. En palabras suena ilógico, pero apreciar la vibración de un sistema de sonido para 2500 personas en un espacio para 200 es una idea descomunal: los vasos cayendo sin motivo, las mesas bailando, literalmente, al ritmo de la música y las pulsaciones de tu corazón a un nivel estimulante, en la mejor de las vibras. Quizá la mejor descripción para esto sería algo como “debes vivirlo, brother”.

La cuna centroamericana.

En Jamaica, recién en 1995 se firmó la ley de derechos de autor sobre propiedad intelectual. Cincuenta años pasaron antes de habituar conceptos como royalties, derechos de autor o pago de licencias. Antes de eso, el libertinaje musical de Jamaica favorecía el crecimiento de una industria musical que tomaba de todo sin mayores restricciones, permitiendo a músicos desarrollar su carrera en base al estilo personal que enfundaba cada versión de sus clásicos preferidos. En esa dirección, el trabajo de los DJ se transformó en una labor de rescate de obras destacadas en una sociedad que si bien vivía en la miseria, se jactaba de ser el país con mayor producción discográfica per cápita, durante los explosivos años sesenta. Lentamente, las piezas de algunos artistas comenzaron a ser consideradas objeto de deseo y muchos de ellos aprovecharon la oportunidad de grabar discos con mensajes al pinchadiscos. Es así como nace el dubplate, otra de las diferencias del soundsystem.

El dubplate consiste en grabar el saludo personalizado de algún artista, o la presentación de sus propias canciones, mensajes que cada DJ conserva como un registro individual que sirve para animar a la concurrencia de fiestas donde el sentido musical tiende a mostrar un mensaje específico y plantearse como exclusivo, siempre con diferencias sobre el resto de las propuestas.
Al igual que algunos géneros musicales, el soundsystem nace en Jamaica gracias a la capacidad de músicos de internarse en la electrónica buscando cambiar algún efecto que otorgue individualidad a su propuesta.

 De los primeros exponentes reconocidos del género está Coxsone, apodo de Clement Dodd, quien comenzó pinchando discos en su propia licorería, una idea que buscaba potenciar la venta de alcoholes sin pensar en que su incursión en la música no se detendría. Vicent Edwards, ‘The King’ es otro de los precursores, quien buscaba extrañas piezas de reggae y R&B, siendo ésta una idea cercana al concepto que asociamos al dubplate. No obstante, es Duke Reid quien cierra la trilogía original, siendo los pioneros de una tendencia que nace en la calle, de noche, con todos los ingredientes de un ghetto anclado en la miseria.

Aún cuando la música exhibía rasgos de lucidez y vigencia, la situación social de Jamaica en los sesenta era la de un país atrasado en, al menos, veinte años. Este nivel de pobreza trajo consigo un manto de deserción laboral, violencia social y pandillas, las que acudían al soundsystem y se enfrentaban incluso financiados por los propios DJ’s quienes buscaban a toda costa el reconocimiento entre sus pares. Para nadie es un misterio que la condición extrema de los jóvenes del ghetto era la motivación de músicos por pedir paz y amor en una sociedad en caos, babilónica, y en ello el soundsystem no estaba ajeno a esos problemas. Cecil Bustamante era un joven boxeador de la calle, contratado por Coxsone como guardaespaldas, quien luego de adoptar su nombre artístico, ahora llamado Prince Bunster, se convierte en un nuevo exponente soundsystem. Lejos de obtener una visa norteamericana que le permitiese adquirir material de las novedades del R&B, Bunster decidió apostar por la música local, siendo el momento en que estos sistema de sonido adquieren la identidad jamaicana con la que los conocemos hasta hoy.

La conexión inglesa.

Inglaterra es el país que recibe mayores jamaicanos fuera de su patria durante la segunda mitad del siglo XX. El trasfondo cultural de este fenómeno social se desarrolla en las calles, donde jóvenes de diverso origen hacen de su cultura un cúmulo de influencias internacionales, haciendo del reggae un estilo autóctono, con una mirada muy honesta sobre el género que permitió la creación de sellos discográficos de rescate y difusión de la cultura jamaiquina, al alero de nuevas corrientes del sonido ya con una denominación de origen inglesa. No es de extrañar que hasta el día de hoy el reggae sea música de iniciación entre la juventud inglesa y la mixtura que permitió enlazar esta música con el surgimiento del punk a través de innumerables cruces que comienzan a sucederse tras esta transculturización socio-musical.

Un ejemplo de todo este fenómeno puede ser el disco que el destacado sello Trojan (fundamental etiqueta inglesa orientada al rescate de música negra de Jamaica) lanzó al mercado en 2009 para celebrar 40 años de presencia mundial. Para ello, solicitó a Jonny Greenwood, guitarra de Radiohead, que hiciera una selección de temas demostrando que él, como cualquier hijo de vecino, guarda una influencia de sonidos que tienen una relación directa con el reggae sin que esto sea predominante en su camino musical.
En UK, el soundsystem nace en los ’70, de la mano de jamaicanos que traen el concepto a Londres conservando el propósito popular, siendo la alternativa callejera a la oferta de clubs y discos.

Las camionetas del soundsystem llegan a los ghettos marginales en extensas noches, transformadas en un amanecer de black music donde se continúa con la diversión tras el cierre de locales, siendo un ‘after hour’ concurrido y popular, una excelente alternativa donde terminar la fiesta, una nueva oportunidad de mixtura social entre los jóvenes. Musicalmente, el abanico de derivados ya había originado diversas corrientes cercanas al desarrollo del reggae roots, o bien llevando su sonido hacia las arenas del rock, del punk o incluso de la incipiente electrónica moderna, cargada de costosas máquinas que recrean ideas nacidas desde la carencia. No obstante, lentamente se hacen notar las diferencias de la producción de la isla en comparación con los productos que surgen de Estados Unidos, lugar donde todos los derivados del reggae se inclinan hacia el ‘slackness’, que son los géneros cuyo baile favorece el roce de los cuerpos, una orientación sexual que incide en la pérdida de espiritualidad en una música caracterizada por surgir del alma y no del cuerpo, una demostración de la pésima intervención de los gringos en el género.

Mad Professor es un nombre de referencia a la hora de hablar de la escena inglesa, siendo uno de los primeros productores que trabaja con músicos de variadas corrientes. La conexión entre Jamaica e Inglaterra se hace infinita: los Rolling Stones se reúnen con Bob Marley, The Clash trabaja con Lee ‘Scratch Perry’ para sus primeras entregas, el post-punk comenzaba a mostrar una faceta multicultural de la música y así los ejemplos se sucedían al alero de la cultura del soundsystem, que hasta nuestros días permanece con una vigencia inalterable dadas las características irremplazables de su propuesta.

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